Salimos los tres a unas rutas por Club de Campo, subimos por las antenas del IVIC y bajamos por una ruta que Jesenia bautizó como "Las Banderitas", lo que no sabíamos es que Las Banderitas tenía mucho tiempo sin que nadie pasara por ella, estaba muy tapada de monte con pullitas que se nos pegaban al uniforme y nos puso así:
Las Banderitas llega a una selva de donde hay que salir cargando la bici, hasta que conectamos con la ruta conocida como "Las Luisas", en donde casi nos llevamos unos burritos sanantoñeros por el medio, caímos al Club de Polo. Recargamos municiones y nos fuimos al "bike park" de Club de Campo, en donde baje unas rampitas por primera vez apoyada en las indicaciones de Pirata y Jesenia, concentrándome para aislar el miedo. Después que pasas la rampita, piensas: ah pero no es para tanto, hasta que lo quieres volver a intentar y te vuelve a dar miedo.
La pasamos fino los tres, nos reímos bastante, nos parábamos a tomar fotos, y al final resultó una rutica corta con descenso, subida, caminata y pinchitos clavados en los uniformes de Pan de Azúcar.
cortesía de Pirata (Antonio Ramirez) |
Al llegar abajo, al río, nos encontramos con un grupo de duros en downhill (modalidad de descenso en ciclismo) que por su puesto Pirata conocía y seguimos con ellos para la segunda vuelta. En downhill las bicicletas son muy pesadas, no están diseñadas para subir, subíamos con un camión que además nos traía helados de tetas (de parchita, patilla, tamarindo, etc) que vende la familia Guia, una familia de ciclista de esa zona, los Guia son personas muy agradables.
Cuando nos lanzamos con los downhilleros para mi era como ver un espectáculo, de dominio y velocidad. Observar como se desplazan dando la sensación de que apenas rozan el piso, para impulsarse de nuevo, los que dominan esta modalidad, van como flotando todo el tiempo, fluyendo. Es divino verlos.
Luego nos quedamos practicando unos coditos (vueltas pronunciadas) que tiene la ruta, y se lanzan y regresan empujando las bicis varias veces hasta que cada uno siente que lo hizo bien (esto puede tardar). Yo lo hice un par de veces, pero mi manejo sigue siendo defensivo y el de ellos completamente ofensivo, aproveché para tomarles algunas fotos. Cuando los veo en acción, bajando por unos barrancos a toda velocidad, con aparente absoluto control de la situación y del riesgo, calculando cada detalle en cuestión de centésimas de segundo, son admirables.
LA GALLINA (John Zambrano) |
En la segunda vuelta subimos de nuevo con el camión pero coincidimos dos grupos. Éramos bastantes, así que hubo que subir remolcando a algunos con mecates (cosa que me parece una imprudencia). En una curva Orlando Guia, que es un experto ciclista, se cayó halado por el camión se arrastró varios metros y pegó contra unas matas antes de que el camión frenara. Yo desde el camión vi todo, y reiteré mi desacuerdo con el bendito mecate, pero eso en el downhill al parecer es normal. Los downhilleros son panas y relajados, tiene una perspectiva diferente, son apasionados también en lo que hacen y me gustó compartir con ellos.
Un día intensivo de tierra y ciclismo, para recargar buenas energías al aire libre, qué más se puede pedir.
Feliz vida y a rodar
L.A.
Refrescante regreso, extrañe tus relatos. Buena ruta y compañía, un plus de vivencia .
ResponderEliminarQué fino leer eso :) gracias Pepe!
Eliminar