domingo, 1 de diciembre de 2013

Bienvenido diciembre, pero los ciclistas no tanto.

Como es tradición en Caracas, todos los primeros de diciembre se enciende la Cruz y prende cada noche hasta día de Reyes. Mucha gente sube a ver el primer encendido dándole la bienvenida a la Navidad. Lo que aún no entiendo, es por qué el símbolo de la Navidad en esta ciudad es una cruz y no un pesebre, al final, ¿la cruz no debería ser en Semana Santa?. 

Bueno, decididos a subir nos adentramos en el cerro a golpe de 4pm, comenzamos en una subida con bastante inclinación. Éramos: El Negro, Luis Abraham (El Tigre), Gregorio, Sergio (cara e´cambur), Ro y yo. Es decir, subí con puros leones sin afeitar, y pues me tuvieron que esperar bastante subiendo, todos son expertos de estas rutas. Yo la última vez y la primera que subí fue en diciembre del año pasado, y la ruta está tan dura como la recordaba, aunque ellos digan que está más fácil. En muchas partes empujé a mi bici, en esta ruta las pulsaciones siempre se mantienen a tope, vayas como vayas. Es de una dificultad técnica muy elevada, sino se tiene el nivel técnico es preferible no subir porque no se disfruta nada. Hay que darle suave y controlado, pero yo no podía pedalear más lento, así que me cansaba muy rápido, me falta práctica. 

Al llegar arriba encontramos frío y neblina. Rodar por los senderos es realmente mágico. Hay bambucillos atravesados en el camino,  Ro chocaba el casco contra más de un tronco sin querer, yo me resbalé más de una vez con las raíces, llegamos ya oscureciendo. Fuimos al lugar a presenciar el encendido esperado y... esta vez los objetivos no fueron logrados.  

Tuvimos que devolvernos, pero nos paramos antes a merendar. En las primeras curvas del regreso, había que tener cuidado con las raíces babosas que te botaban del camino, y hacia el barranco. Pero en general la bajada fue tranquila, por suerte la luz del Negro se quedó sin pila, así que no bajaron tan rápido. El resto de la bajada, si pudiera definir en una palabra en cómo me sentía, esa sería en "FLOW". De noche, paradójicamente, los sentidos se agudizan y te sientes más seguro, el cuerpo va "flojo", sin tensión, los instintos van tomando decisión y la cabeza solo se deja llevar. También ayuda que vas concentrado en el camino que es lo único que alumbra la linterna, entonces te olvidas del precipicio o lo demás. Y es así como logré sacar codos, zanjas y picas que ni yo me las creía. 

Llegamos abajo contentos, en la última bajada se me calentaron los frenos tanto, que tuve que pararme un rato, porque ya no funcionaban, y eso que los iba bombeando. Llegamos de nuevo a la caótica ciudad en la que se ha convertido Caracas, pero cargamos las pilas desde su cerro para enfrentarla con mejor actitud esta semana. 

Feliz vida y a rodar

L.A. 


PD: ...al llegar a casa, vimos la cruz encendida.



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